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El desarrollo del automovilismo ha crecido estrepitosamente en las últimas décadas, en su caso, la Fórmula uno se ha consolidado como un deporte de élite, ofreciendo globalmente una referencia jamás otorgada. El potencial del ser humano ha conducido a la tecnología a lo que hoy podemos denominar como perfección, donde el trabajo y el sacrificio acondicionan nuevos resultados que son aplicados en todo el mundo a corto plazo.
La mente es la encargada de encajar la técnica, por ello, los ingenieros continúan investigando, estudiando continuamente datos para desarrollar sus objetivos, diferenciarse potencialmente del resto. Este avance ha crecido junto a las numerosas generaciones de pilotos, hombres de leyenda que han bautizado con letras de oro la historia de este maravilloso deporte.
Desde el comienzo de la Formula uno como competición reglamentaria en mil novecientos cincuenta, numerosos pilotos han sido artífices de las mejores hazañas. Otros, lamentablemente perdieron la vida cuando intentaban mantenerse sobre un sueño llano y resplandeciente, el miedo nunca les impidió ir al límite, a sabiendas que el respeto hacia la maquina y los acontecimientos, era lo más importante.
En la primera década de los cincuenta, aun muy lejos de las pegatinas de los sponsors y los despachos de marketing, los pilotos inauguraron el comienzo de algo muy importante, algo que la mayoría de ellos nunca se replantaría, aquellos serian los primeros peldaños de un futuro que nunca pudieron imaginar.
En la época contemporánea, los pilotos viajan en habitáculos muy resistentes, comunicados e hidratados y sometidos a fuertes nieves de tensión y esfuerzo físico, pero en condiciones de seguridad más correspondidas que nunca. La vocación, la acompañan un numeroso numero de pilotos, otros, negocian antes de ponerse al volante. Todos son conscientes del peligro que conlleva su oficio, pero confían plenamente en la seguridad.
Hace más de medio siglo, la ilusión de ver un motor deportivo palpitar era un efecto de admiración, y un sueño de adultos el poder manejarlo. Si miramos hacia atrás, pensamos que esa gente estaba loca por no llevar cinturón de seguridad ni casco. ¿Era característico de otra época o una filosofía diferente?, yo creo que realmente la dedicación era tan extrema que no importaba jugarse la vida si a cambio eran los hombres más afortunados de la tierra.
Juan Manuel Fangio conducía en camisa, con un semi-casco de cuero y vitroresinas que solo le protegían el cráneo y en ocasiones bastaba con un simple pañuelo, los ojos los cubría con unas gafas al estilo aviador de época. Al finalizar las carreras los rostros de aquellos pilotos correspondían a la de unos mineros, con las mejillas ennegrecidas y en algunas ocasiones, levemente ensangrentadas por los cortes de las proyecciones de piezas o de la suciedad del asfalto.
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En las primeras dos décadas de Fórmula uno, más de veinte pilotos perdieron la vida y muchos otros sufrieron lesiones muy graves que marcarían el resto de sus vidas. Muchos pilotos estaban volcados en la religión y dicha "Fe" les daba dicho impulso. Algunas frases como las de Antonio Áscari reflejaban el miedo y la ilusión máxima de vivir el día a día. "Soy estricto con mis hijos, no quiero que se encariñen conmigo ya que algún día puede que no regrese a casa", "Siempre beso la frente de mis hijos cuando salgo de casa".
Creo que no deberíamos ser egoístas, no podemos afanarnos al automovilismo actual y no mirar el pasado, cual a lo largo de la historia nos ha ido enseñando valores tan importantes como el sacrificio y la profunda determinación de muchas personas que ha invertido a base de sudor y sangre, valores tan importantes y significativos como para tener el deporte automovilístico más importante del universo.
Según tus conocimientos, cuéntanos quien fue tu piloto de época preferido y que recuerdos o significado te proporciona ahora la Fórmula uno antigua o "clásica".
La entrada Leyendas del pasado que iluminan el presente aparece primero en MotorFull.